El zurdo de San Diego, Phil Mickelson, que sabe muy bien lo que significa ganar este torneo y también perderlo -ha llegado a ser segundo en seis ocasiones-, no ha tenido una buena semana en Boston después de haber devbutado en el LIV International Series y haber llegado a casa, a Estados Unidos, con mucha gente que no entiende porque ha aceptado jugar esos torneos y perder todos sus derechos en el PGA.
Y a Mickelson se le ha visto algo cariacontecido, con la risa algo forzada y desde fuera, con la sensación de que está disfrutando de muy poco del torneo.
Desde luego, tras sus dos vueltas de 78 ayer y de 73 el viernes y con +11 en su marcador, sus posibilidades de jugar el fin de semana eran nulas. Mickelson no estuvo nada brillante en la primera jornada y aunque mejoró sus números el viernes, el fin de semana tendrá que ver el torneo desde su casa, si es que quiere seguir viéndolo.
Hoy entregó una tarjeta con cinco bogeys y solo dos birdies, desde luego un pobre bagaje que Mickelson seguramente no se esperaba en su vuelta al golf de alta competición en Estados Unidos.