Opinión

Algo de Harvey

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Guillermo Artola | Viernes 19 de octubre de 2018

Hace unos días he visto una pequeña entrevista, quizás no llegaba ni a eso, en la que preguntaban a José María Olazábal por sus pensamientos durante el “swing”. Siempre que habla sobre golf, al menos cuando habla sobre golf, hay que escuchar a Olazábal con cuidado de no perderse nada porque lo que dice nunca es baladí.






En esta ocasión, respondiendo a esta pregunta, su contestación también tuvo la sencillez del sabio, del que sabe lo que quiere comunicar y no necesita adornos. Vino a decir que lo que hay que hacer es no pensar en nada que no sea hacer el movimiento, pero sin analizar demasiado lo que se está haciendo. Si uno empieza a darle vueltas a lo que va a suceder en el futuro inmediato y quiere acertar más vale que no sea muy optimista, porque lo que ocurrirá no será bueno.

Hay que dejar de hacer cábalas sobre lo que el golpe influirá en la clasificación o cómo quedará la bola de cara al siguiente “aproach” o “put”, porque si se piensa en todo esto seguramente no se tendrá como siguiente golpe ni un “aproach” ni un “put”, sino una sacada de “bunker” o un “chip” desde más allá del “green”. Lo que hay que hacer es concentrarse en hacer el movimiento dentro de los límites de uno mismo, sin perseguir golpes imposibles o resultados mágicos y este será el método para bajar golpes a lo largo de una vuelta y jugar más consistentemente que nunca. La contestación del Gran Capitán me recordó una anécdota contada por Harvey Penick en uno de sus libros.

Una de sus alumnas preferidas fue Betsy Rawls, una destacada estudiante que llegó a sobresalir en Física y que demostraba su enorme inteligencia en todo aquello que hacía. Bien, pues cuando su profesor, el hijo del señor Penick como se hacía llamar Harvey, intentó darle demasiados datos sobre lo que debía buscar al practicar el “swing”, Betsy le interrumpió diciéndole:

-Está bien Harvey, vamos a intentar aprender un par de cosas esta semana, dejemos la otra para la semana que viene.

Esto supuso una lección para el propio profesor que, desde entonces, nunca intentó que el alumno pensara en dos cosas a la vez. Por cierto, Betsy Rawls ganó cuatro Abiertos de los Estados Unidos.

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