Uno de los jugadores más míticos de la historia de este deporte, sin duda, fue también uno de los responsables del boom que el golf tuvo en Estados Unidos y, por añadidura, en todo el mundo, y lo hizo sin dejar de luchar siempre por la victoria y sin dejar de ser siempre un caballero.
Cuando era un jovenzuelo que empezaba a ganar en un circuito, el americano, que todavía no era el monstruo que hoy es, ya daba clases de cómo comportarse con los aficionados y los fans, y era capaz de estarse un par de horas firmando autógrafos al acabar de jugar, actitud que pocos compartían y que hoy es aceptada como imprescindible en casi cualquier deporte.
Bien, pues medio siglo después, cuando visitó Madrid con motivo de la implantación en España de su empresa de equipamiento para golfistas, sus ochenta y tantos años no fueron un obstáculo para dedicar tiempo a todo el que se lo solicitó y, como nos recordaba María Acacia López-Bachiller, contestar a las preguntas de catorce periodistas seguidos haciendo ver lo interesantes que le resultaban las mismas preguntas una y otra vez.
En sus propias palabras, “es mi trabajo y lo asumo. Siempre que concedo una entrevista intento que el periodista se lleve la impresión de que es la mejor entrevista que me han hecho en mi vida…” Otra anécdota que me encantó de Palmer fue cuando volvió a jugar tras superar, o casi, un cáncer hace algo más de una década y preguntado en la rueda de prensa sobre qué había sentido al dar un salto de rana desde el collar de “green”, contesto que se conformaba con ver la hierba desde arriba y no desde abajo. Nos ha dejado un Grande, con mayúsculas y quiero darle las gracias por lo que ha significado para este deporte, y dedicarle un sentido Descanse en Paz.
Se me acaba el tiempo y no quiero dejar de mencionar a Rory por ganar el Tour Championship y la Fedex Cup, y a Azahara Muñoz por hacer lo mismo en el Open de España femenino. Me gusta que un europeo gane el Circuito Americano y que una española haga lo propio en su Open. Felicidades a ambos.