Casi a la misma hora que China celebraba la finalización del mayor telescopio del mundo, Carlos Pigem conseguía su primera victoria como profesional. Lo hacía lejos de ese observador planetario que, según dicen, tiene como objetivo buscar vida inteligente en otras galaxias.
En China las distancias son otra cosa así que eso no tiene importancia. Las dimensiones también son casi de otro planeta. El telescopio, de 500 metros, supera al espectacular de Arecibo, en Puerto Rico, y es otro punto de vista hacia las estrellas con más profundidad y con entre tres y cuatro veces más de la sensibilidad del aparato boricua.
En el Asian Tour, Carlos Pigem ha peleado para enfocar su rumbo, y con esta victoria ha encontrado definitivamente la primera prueba de que hay vida más allá de las fronteras europeas y americanas. La aventura asiática da resultado y eso lo sabe también Javier Colomo, con quien se dio el primer abrazo tras su triunfo. Ambos saben lo difícil que es pelear lejos, muy lejos de casa, a una distancia propia para telescopios.
En su cuarta temporada en el Circuito asiático, Pigem no encontraba un rumbo, con dos top five y dos top ten en 2014, y dos top five en 2015, este año no conseguía traspasar esa barrera. Sin embargo, el encendido de su particular telescopio le ha enseñado el camino y su victoria abre foco para los demás. En lo que va de año acumula cerca de 130.000 dólares en 11 torneos, y busca superar los 172.000 del año pasado en 15 pruebas, cuando terminó en el puesto décimo noveno del ránking.
Una victoria que recordará siempre, a escasos días de su 26 cumpleaños y coincidiendo con la colocación de la última pieza del mayor telescopio del mundo, una pista y referencia para el resto de su trayectoria profesional en busca de las estrellas y de vida extraplanetaria en este particular y complicado mundo del golf.