Josega Fernández | Domingo 17 de abril de 2011
Cumplir la mayoría de edad y tener ya dos títulos del Circuito Europeo da envidia y da que pensar. El golf está viviendo un cambio generacional y nos damos cuenta de que el tiempo pasa muy rápido.
Hace nada estábamos fascinados con un chico de Borriol que jugaba como los ángeles y que peleaba contra otra figura emergente de Estados Unidos que llamaban el Tigre. ¿Se acuerdan? Eran los felices años 90, a finales, cuando había una eclosión financiera y las nuevas tecnologías avanzaban con paso firme hacia un pinchazo tecnológico que resultó doloroso para muchas empresas.
El pinchazo golfístico de Tiger y Sergio de este último año ha dado paso a otros jóvenes que vienen pisando muy fuerte. Lo hemos visto en el Masters de Augusta con McIlroy o Jason Day, y lo hemos visto esta semana con Matteo Manassero ganado otra prueba del Circuito Europeo después de que el año pasado se llevara el primer premio en Castellón arrebatando a Severiano Ballesteros el récord de ser el más joven en ganar una prueba del Tour Europeo.
Esto ya no hay quien lo pare. Es ley de vida y los jóvenes tienen que venir pisando fuerte. Necesitamos, además, sangre nueva que ayude a motivar este deporte. El número uno desde hace ya más de mes, el alemán Martin Kaymer, es otra prueba de ello, y lo mismo se puede decir del español Álvaro Quirós.
Son jugadores llamados a liderar una nueva etapa, una nueva década prodigiosa marcada por otra revolución tecnológica y por una crisis económica de la que tendremos que salir. Cuando lo logremos, recordaremos este tiempo como la llegada de una nueva generación en el golf mundial.