En una noche mágica en el Arthur Ashe Stadium, Carlos Alcaraz volvió a escribir su nombre con letras doradas en la historia del tenis. El murciano se impuso a Jannik Sinner por 6-2, 3-6, 6-1 y 6-4 en una final vibrante, conquistando su segundo título del US Open y ascendiendo, de paso, al número uno del ranking ATP. Pero más allá del resultado, lo que se vivió en Nueva York fue la confirmación de que el tenis tiene heredero: si alguna duda quedaba, Alcaraz es ya el digno sucesor del gran Rafa Nadal y como el mallorquín su otra pasión, su otra gran pasión fuera de las pistas de tenis, es el golf.
Desde el primer set, Carlitos mostró una versión arrolladora, con una mezcla de potencia, precisión y temple que desarmó a Sinner. El italiano, vigente campeón, logró reaccionar en el segundo parcial, pero el español volvió a tomar el control con una tercera manga impecable. En el cuarto set, con el título y el trono mundial al alcance, Alcaraz no titubeó. Cerró el partido con una derecha cruzada y, en un gesto que desató la ovación del público, celebró con un swing de golf, homenajeando a sus amigos Sergio García y David Puig, presentes en las gradas como espectadores de lujo.
Ese gesto no fue casual. Alcaraz ha demostrado que su pasión por el deporte va más allá del tenis. El golf, con sus silencios, su estrategia y su elegancia, ha conquistado también al joven de El Palmar. Su amistad con figuras del LIV Golf como García y Puig es prueba de ello, y su dedicatoria tras el triunfo fue un guiño a esa otra faceta que lo hace aún más humano y cercano.
Con este triunfo, Alcaraz suma su sexto Grand Slam y se consolida como el líder de una nueva generación que ya no vive a la sombra del Big Three. Su rivalidad con Sinner, que ha protagonizado tres finales consecutivas de Grand Slam este año, promete marcar una era. Pero hoy, en Nueva York, fue Carlos quien se llevó el gato al agua, el trofeo a casa y el mundo a sus pies.
El tenis tiene nuevo emperador. Y también, por qué no, un golfista de corazón.