Si la semana la evaluamos en números, lo más destacado vino por el lado del Korn Ferry Tour (el argentino Augusto Núñez terminó en un destacado10º lugar, a cuatro impactos del histriónico Harry Higgs) y por el final de la gira sudamericana del PGA Tour Americas (en el Inter Rapidisimo Golf Championship de Colombia, el también querido argentino Julián Etulain quedó 6º y a doce impactos del neozelandés Harry Hillier que estuvo intratable).
Por otra parte, si nos tenemos que ir a lo sucedido en las giras femeninas, solo la mexicana Fernanda Lira rescató un digno 33º, en el Amundi German Masters ganado por la local Alexandra Försterling (no tuvimos jugadoras de nuestra región que pasaron el corte en el LPGA y el EPSON Tour). El tema es que tuvimos nuestro segundo major del año, en la rama masculina. El PGA Championship se llevó todas las miradas, con un protagonista que supo conseguir parte de la difusión que genera el evento.
De los cuatro representantes que tuvimos en el Valhalla Golf Club, dos no pasaron el corte. Uno de ellos fue un Emiliano Grillo al que creo que está pensando mayormente en su situación personal y está tomándose cada vez más al golf como un trabajo, lo cual es válido y entendible. El otro fue un Camilo Villegas que definitivamente está nuevamente perdido con su juego, lejos de ese Camilo que ganara en el Bermuda Championship. No obstante, la otra mitad pudo disputar el fin de semana, con el chileno Joaquín Niemann como mejor clasificado de los nuestros (decente T-39). ¿Y por qué lo destacamos al jugador que nos falta nombrar?
Primer major de su carrera para el querido Alejandro Tosti. Nuestro nuevo representante argentino se enfrentaba ante el primer test de rigor. Es que todo lo que movilice emociones, sabiendo lo que significaba el puntapié inicial en este tipo de competencias, iba a ser un factor preponderante. A esto hay que sumarle su atrapante visceralidad, en un campo que beneficiaba su potencia (mucho más con la cantidad de agua que tuvo). Por lo tanto, es justo decir que su 73º fue mentiroso, aunque parezca contradictorio. No, no estoy loco. Déjeme justificarlo.
El peor día de Tosti fue el sábado, en compañía de Rory McIlroy. 79 golpes, con cuatro doble bogeys (uno de ellos vino en el par 5 del hoyo 7, con su típico fairway desdoblado. Allí visitó el agua durante los 3 primeros días) y muchos tiros desperdiciados. Sin embargo, su estilo agresivo también lo llevó hasta aquí, con circunstancias que lo “obligaban” a potenciar su esencia. En consecuencia, todo lo que estaba pasando era entendible y esperable, sabiendo que el resultado es la única variable no se puede controlar. Siguió sus leyes, mostrando una valentía para seguir buscando el premio y una valentía para no tenerle miedo al ridículo. Fue retribuido.
Como pudimos ver en la semana, el par 4 del hoyo 13 es el lugar significativo del campo, con un green isla que hace pensar demás a los jugadores… menos a él. Tosti sacó el driver y fue el único que llegó a 6 pies de la bandera, con su salida. Esto generó un águila fácil, viralizado por la mayoría de los principales periodistas que estaban cubriendo el torneo, quienes se sorprendían por la desfachatez del rosarino: una sorpresa que nosotros no tenemos, conociendo su origen y su historia. Hay que disfrutarlo y no hay que buscar entenderlo, sin dejar de lado la descripción de por qué nuestro protagonista está donde está.
Alejandro Tosti es UNA EXPLOSIÓN QUE SE INTENSIFICA en el PGA Tour. Lo que vivimos aquí fue tan solo otro aviso.