Todos los ojos estaban puestos en Tiger Woods. Y es que el norteamericano, que celebra en esta edición los 25 años de su primera victoria en el Masters de Augusta, ha cumplido con las expectativas más que de sobra después de catorce meses sin apenas jugar al golf y recuperándose de ese terrible accidente de coche que a punto estuvo de costarle la vida y su pierna derecha.
Woods eligió para su vuelta a la competición un pantalón negro -todo un clásico-, gorra negrá, también un habitual en su armario y una camiseta/polo rosa sin cuello que, seguramente, será tendencia en las próximas semanas en los jugadores amateurs.
El norteamericano salió ilusionado, con el tee del 1 lleno a rebosar, esperando un buen golpe, pero Tiger frunció el ceño tras ese primer impacto que no fue bueno, pero del que se recuperó tras una buena recuperación firmando el par en el 1 y arrancando una vuelta histórica para él, para el golf estadounidense, para el Masters y para el golf mundial.
Tiger jugó muy bien 408 días después de su accidente en los Ángeles y con un swing algo más pausado, con algo menos de violencia en las piernas y con más potencia en las manos, el ex número uno del mundo y quíntuple ganador del Masters, terminaba al par del campo después de finalizar sus nueve primeros hoyos con birdie al 6 y bogey al 8 acabando al par del campo en los primeros nueve hoyos de Augusta.
En los nueve segundos, Woods firmó cuatro pares seguidos hasta el 13 donde hizo su segundo birdie para colocarse con -1, bajo el par del campo. Después, bogey en el 14, un nuevo y espectacular birdie en el 16 embocando un putt de cuatro metros para terminar el 18 con un espectacular par después de una mala salida que le dejan uno por debajo del par del campo, con buenas sensaciones, no muy lejos de la cabeza y con todas las opciones para seguir soñanando con todo lo que quiera.
Es verdad que su gran objetivo es pasar el corte, pero Tiger ha venido a Augusta a ganar. No le vale otra cosa y hoy ha dado el primer paso para seguir en la lucha por esa victoria.