Sin duda alguna, el nombre propio de este Masters de Augusta no es otro que el de Tiger Woods que, tras una semana de suspense al mejor estilo de Agatha Christie, daba la buena noticia de que jugará su torneo favorito y que saldrá a por todas.
Viendo las imágenes que hemos podido apreciar esta semana previa al torneo -incluídas las del pasado martes cuando jugó con su hijo Charlie y su amigo Justin Thomas 18 hoyos- las sensaciones eran buenas. A Tiger se le ve fuerte, casi como nunca antes lo había estado, sin demasiada cojera que de pistas sobre el estado de su pierna derecha, y, sobre todo, con una sonrisa de oreja a oreja que denota el estado de ánimo por el que atraviesa.
El Masters es su torneo favorito. Sus cinco Chaquetas le sitúan muy cerca de Jack Nicklaus, pero, sobre todo, le acercan a la gente, a los aficionados y al mundo del golf en particular y del deporte en general, que no dudan en calificar a Tiger como su gran favorito sentimental para ganar el torneo. De hecho, las apuestas para darle como triunfador han pasado de miércoles a jueves de 61 a 1 a 41 a 1, sólo por el hecho de confirmar su presencia.
Tiger parte esta semana en Augusta desde el puesto 995º del Ranking Mundial -una de sus más bajas posiciones-. Es verdad que ha bajado muchos puestos en estos 14 meses desde su accidente, pero nadie mira esos datos, lo mismo que no mirábamos como cuando empezó el año este año en el 556º o el 944º que ocupaba antesde la semana pasada.
Para todos Tiger es el más grande y su vuelta es una victoria para él y para el golf mundial. Da un poco lo mismo en que posición termine. Todos queremos que arranque el torneo, que pase el corte y que en otro épìco domingo pueda terminar entre los más destacados. No pedimos más. El espectáculo está asegurado y el que dude de Tiger no sabe de quien está hablando.