Con su vestimenta de guerra habitual de última jornada apareció Jon Rahm en el tee del 1. Ese color entre rojo y rosáceo del polo que nos recuerda al inconfundible sello de presentación de los domingos de torneo de Tiger Woods.
Tocaba arrebato para meter presión a los de atrás pero el hoyo 1 y 2 resumieron a la perfección el problema de Jon desde el viernes. En el primero no controló la distancia con el wedge y en el segundo su drive volvió a no querer abrir y se fue directo al bunker para poner su primer bogey en la tarjeta. Las esperanzas de remontada se diluyeron demasiado rápido. Cuando aparece el primer bogey antes que el birdie, mala señal.
Compartiendo partido con el de Barrika uno entiende la dificultad de la tarea a la que se ha enfrentado esta semana. Cuatro personas de seguridad le escoltaban, el “silencio, por favor” era una constante en todos los hoyos al igual que el “por favor quedan jugadores por jugar”. Se ha tirado 72 hoyos de esa manera y así es muy difícil sacar a relucir tu mejor golf.
Quizá el ambiente no le afectó y simplemente el cargado calendario que lleva a sus espaldas haya influido. Desde que se reanudara el golf tras la pandemia, Jon ha jugado mucho y muy bien y en algún momento tenía que pesar. O quizá sea una combinación de los dos factores. Lo que está claro es que desde que se hizo profesional nunca se le habían visto tres días consecutivos tan irregulares. No vamos a tardar mucho en comprobarlo, Valderrama le espera a partir del jueves.
Si a todo esto le añadimos que la suerte no acompañaba en los greenes tenemos el porqué de que Jon no se haya enfundado un ACCIONA Open de España más. Corbata en el 3 y a milímetros en el 5 y en el 6. Significativo fue el putt del hoyo 10.
Un Rahm fuera de juego tiró un putt nada habitual en él. Falto de concentración y muy mal medida la fuerza, el vasco lo supo de inmediato y fue detrás de la bola a marcarla. Los mismos problemas que ha tenido esta semana en el Club de Campo Villa de Madrid los tuvo en el PGA Championhip y cambió de putter.
Él siempre recuerda la frase que le dice su padre recurrentemente “no es el arco, es el indio” pero no descarten nueva herramienta en la bolsa en pocas semanas. El putt de eagle en el 14 fue el enésimo intento que peinó el hoyo. El vasco no entendía nada y miraba al cielo desconsolado. Cuando por fin encontró hoyo en el 16 Rahm tiró de sonrisa sarcástica. No era para menos.
Al final vuelta de dos bajo par para un -13 total, que a él le llevará en los demonios pero que cuando lo analice fríamente tiene que estar muy orgulloso. Lo que ha hecho Jon Rahm en estos cuatro días es inmenso. 42.371 personas han pagado por ver golf en Madrid. Desde los tiempos de Severiano Ballesteros nadie ha hecho tanto por este deporte.
El mejor embajador posible y tenemos la gran suerte de que es español. Próxima parada para disfrutar al número uno del mundo Valderrama. Allí dónde empezó todo, dónde sus padres fueron a ver ‘in situ’ que era eso de la Ryder Cup y toda la familia se quedó prendada de un deporte que cuando te engancha ya no hay manera de soltarlo.