Este mes de diciembre se han cumplido siete meses desde que la victoria de Brooks Kopeka en el PGA Championship le consolidase como número uno del mundo. El floridense ya se había sentado en el trono mundial en 2018, pero su reinado fue efímero. Esas dos semanas le supieron a poco por lo que invirtió lo que le quedaba de año y los primeros meses de este en recuperar su sitio al frente del golf profesional.
A partir de su victoria en el campeonato de la asociación de profesionales, Koepka cayó en una especie de montaña rusa en la que pudimos verle descender hasta posiciones impensables para un jugador de su talla y, casi a renglón seguido, recuperar la magia con tres top ten y volviendo a subir a lo más alto del podio en el WGC – FedEx Cup St Jude Invitational, torneo donde Jon Rahm fue séptimo y Rory McIlroy -el jugador al que el propio Kopeka no sitúa como un adversario a la hora de arrebatarle la corona- fue cuarto.
Peligroso o no, lo cierto es que el norirlandés es el segundo en la lista mundial y el español es tercero, razones más que suficientes para que el tocado Koepka -cabe recordar que su rodilla le obligó a no jugar la Presidents Cup- comience 2020 sin levantar la vista del retrovisor e invite a cuestionarnos, a tres días de las campanadas, durante cuanto tiempo seguirá manteniéndose al frente de la clasificación mundial.
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