Opinión

Woods: en el epicentro de sí mismo

Opinión, Guillermo Salmerón

Guillermo Salmerón | Martes 05 de noviembre de 2019

Tiger Woods ha estado siempre en el meollo de la cuestión, desde que con 17 años decidió dar el salto al profesionalismo en 1996 para un año después ganar su primer Masters de Augusta y empezar a sorprender no sólo al mundo del golf sino al del deporte en general.






Qué un jugador negro fuera la máxima estrella de un deporte en donde los blancos habían dominado desde el principio de los tiempos tambaleó los cimientos de este juego que aún tenía sus grandes referencias en maestros como Jack Nicklaus, Arnold Palmer, Gane Sarazen o Sam Snead, ganador de 82 torneos del PGA Tour, y al que Tiger ha alcanzado tras 23 años de carrera al ganar el ZoZo Championship en Japón hace sólo unas semanas.

Fue el centro de atención cuando se casó con Ellin Nordegreen, una preciosa sueca que trabajaba en la casa de al lado como niñera del sueco Jasper Parnevick.

Lo fue también cuando tras una azarosa vida, su exmujer descubrió el pastel y se divorció ante la perplejidad de ver lo que sobre sus ojos se presentaba, una vez más, con esa doble moral: el padre perfecto no lo era tanto, el marido ideal no existía y los valores de los que siempre presumió incluida la ferra educación de su padre militar Earl Woods se derrumbaron como un castillo de naipes.

Detenciones de la policía, depresiones, abandono de patrocinadores y lesiones, operaciones de espalda -hasta tres-, de rodilla, retirada deportiva y caída en picado en un Ranking Mundial que dominó cientos de semanas para terminar más allá del 1.000 fueron platos de cada día en su vida durante algunos años.

"Detenciones de la policía, depresiones, abandono de patrocinadores y lesiones, operaciones de espalda -hasta tres-, de rodilla, retirada deportiva y caída en picado"






Y después, vuelta a empezar. A reinventarse, a curarse, a pedir perdón a todos y todas, incluso a la memoria de su padre para volver a resucitar, volver a jugar y competir y hasta ganar un nuevo Masters 22 años después de lograr el primero.

Tras su nueva Chaqueta Verde, el propio Tiger y el mundo entero volvieron a creer en él. Tanto que sus patrocinadores han vuelto y con un montón de millones de dólares sobre la mesa. Vuelve a rondar el número 1 mundial, quiere ir a los Juegos Olímpicos de Tokio -su última oportunidad de ganar una medalla de oro-, va a escribir sus memorias “Back” y ahora como capitán de la President´s Cup -torneo que enfrenta a un combinado americano con otro del Resto del Mundo excepto Europa-, podría autoelegirse para jugar en él.

Vuelta al epicentro de sí mismo. Como lo ha sido siempre, con los ojos del mundo clavados en él. Un peso al que por otro lado está acostumbrado en una vida de película.

El jueves Woods dará sus cuatro elecciones personales como capitán del equipo y quizá otra vez más será el primero en hacer algo que se salga de los cánones de este deporte del golf: convertirse en el primer jugador/capitán de un equipo de golf de máximo nivel.

“Si yo fuera el capitán me elegiría” dijo hace poco. Seguro que es lo que ha pensado decenas de veces. ¿Apostamos?

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