Sin duda era a priori el partido de los octavos de final y, seguramente del torneo. Rory McIlroy y Tiger Woods eran el favorito real y el sentimental de los aficionados y seguidores de este torneo y del golf en general, sobre todo después de la victoria del norirlandés en el The Players Championship y tras una recuperación de Tiger Woods que, poco a poco, va haciendo que mejores en su juego y en sus resultados.
Si hubiera habido que apostar quien se llevaría la victoria, el sentido común habría dicho que el europeo pero en el golf ese sentido es también el menos común y una vez más la logica dejó paso a lo increíble y casi desde el primer momento Woods apareció más sereno en el campo, más tranquilo, con mejor juego y con el resultado a su favor muy pronto.
Tras los nueve primeros hoyos y con dos birdies en el 5 y el 6 de Tiger, el marcador se colocaba a su favor con dos de ventaja en esa primera parte del recorirdo. Hasta ese momento "el partido del siglo" no lo había sido para nada y todo hacía indicar que jugando como lo estaba haciendo McIlroy el match se decidiría antes que tarde.
En los segundos nueve uno más para Tiger en el 10 y la sensación de que nada había cambiado pero a partir del 11 las cosas empezaron a funcionar para un McvIlroy que quería, cuando menos vender cara su derrota.
Así, dos birdies en el 12 y en 13, le colocaban a un golpe, poniendo ante las cuardas a Tiger que se dio cuenta que no uiba a ser tan fácil como el pensaba. El 14 y el 15 no pasó nada y en el 16, tras una meteórica salida de McIlroy, Tiger se iba al bunker y su bola ponía en ventaja a McIlroy para igualar el match y dejar todo el trabajo para el 17 y el 18.
Pero un mal approach que mandó fuera de límites y hizo que tuviera que entregar el hoyo a Tiger que con dos de ventaja empató el 17 y se llevó una victoria que le empareja con el danés Lucas Bjerregaard en un match de cuartos de final que desde luego le dejan como clñaro candidato a meterse en semifinales.