Se ha pasado un año entre el quirófano, intentos de remontada y malos resultados. Tiger Woods ya no es el que era y este 2015 lo ha evidenciado un poco más. Su inicio de temporada con un 82 en su segunda ronda en el Phoenix Open, y la retirada en el Farmers Insurance Club eran datos muy claros de que el año de Tiger iba a ser duro.
En total, siete cortes fallados, y su mejor resultado, décimo en el Wyndham Championship de agosto, fue engañoso. Había terminado décimo séptimo en el Masters, pero en los demás Majors no consiguió pasar el corte con una imagen muy pobre.
Las lesiones han sido, además, un añadido a su bajo rendimiento, y una preocupación más para su total recuperación. La operación de espalda en septiembre no tuvo el postoperatorio adecuado y por eso tuvo que volver al quirófano en octubre, algo que alargará, sin duda, su regreso en 2016.
La pelea de Tiger está en recuperar el ritmo de swing para su nueva etapa, algo que le puede costar más trabajo. Acaba el año en el puesto 413 del mundo después de una lucha sin cuartel en la que reconoce que se ha esfozardo al máximo pero sin resultados.