Opinión

Roma, ciudad eterna

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Guillermo Artola | Miércoles 16 de diciembre de 2015
La candidatura Costa Brava-Barcelona 2022 a la celebración de la edición de ese año de la Ryder Cup se queda a pocos metros de la orilla y ve cómo la presentada por Roma se lleva la concesión.

Nadie puede dudar del atractivo que la Ciudad Eterna tiene para cualquier cita turística o deportiva que quiera establecerse, seguro, pero es la segunda vez que el Comité Organizador nos da en las narices y eso debe hacernos pensar despacio y con toda frialdad.






Da la impresión de que el montante de dinero ofrecido por Italia para respaldar esta Candidatura ha sido espectacular y que, seguramente, economías como la española y, en particular, la catalana no estaban en condiciones de competir al alza. Por nuestra parte parece que ha habido completa coordinación entre el Estado Español en forma de Consejo Superior de Deportes, la Real Federación Española de Golf y el golf catalán representado por su Federación y el conjunto de los clubes allí existentes.

Aun así, la oferta ha sido superada por Italia ofreciendo un aumento espectacular en los premios del Open Nacional, que llegará a los siete millones de euros a partir de 2017, así como unas infraestructuras y una ciudad sede tan única como Roma, algo que nadie puede igualar.

Tras el batacazo que supuso la negativa a la Candidatura Madrileña para la Ryder de 2018, que finalmente se jugará en París y la designación de Roma para 2022, parece claro que la siguiente será Alemania para 2026, sobre todo si sigue apoyada tan firmemente por BMW como lo iba a estar en esta ocasión.

La europeización de la Ryder, algo que no olvidemos que la propia competición y el equipo europeo deben casi en exclusiva a Seve Ballesteros, parece que pasa por repartir sedes por los principales países de este lado del charco, por lo que creo que quedan al menos Alemania y Suecia antes de que nos pueda volver a tocar en suerte al golf español. En cualquier caso, aplaudo la opinión del presidente de la Federación Española, que opta por dejar de presentar candidaturas. Bien reciente tenemos el fracaso de las candidaturas madrileñas a los Juegos Olímpicos, y el bochornoso espectáculo de los comités organizadores prácticamente profesionales que durante años costaron un ojo de la cara a Madrid con resultado nulo.

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