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Segunda gran decepción del golf español

Opinión

Josega Fernández | Lunes 14 de diciembre de 2015
Por segunda vez España se ha quedado sin poder albergar una Ryder Cup. Ya ocurrió con la candidatura madrileña para 2018, que finalmente perdió ante París, y ahora ha sucedido con la candidatura de Costa Brava – Barcelona para 2022, que ha cedido ante Roma.

Las condiciones que se pedían se cumplían con creces. Apoyo institucional, características del campo, infraestructuras y capacidad de organización. Por historia, por pasión por el golf y por sus certezas, esta candidatura española para recibir una Ryder en el PGA de Catalunya era incontestable.






Los rivales también traían buenas ofertas. Austria, Italia y sobre todo Alemania eran las otras candidatas. El factor económico alemán parecía que venía como un tren de alta velocidad. Sin embargo, la decisión final se ha ido para Italia, y el campo Marco Simone de Roma es el escenario elegido, eso sí, con las numerosas transformaciones solicitadas para poder recibir una Ryder.

Es inevitable recordar otras decepciones parecidas como la derrota de las candidaturas madrileñas para albergar los Juegos Olímpicos. Londres en 2012, Río de Janeiro en 2016 y Tokio en 2020 superaron a Madrid en tres largos procesos de selección. En el caso de la Ryder, tercer evento seguido por televisión después de las Olimpiadas y los Mundiales de fútbol, ya van dos, aunque no parece que vaya a ver un tercer intento. Los procesos de 2018 y 2022 han sido demasiado tediosos, sobre todo este último, con varios retrasos en la decisión, algo que ha quitado rigor y seriedad a una competición de esta naturaleza.

Desde que Ryder Cup Europe abriera la puerta a sedes de fuera de las islas británicas, España ha estado presente con el aval de haber organizado ya una Ryder en Valderrama. El golf español ha demostrado con creces su compromiso con este deporte, con un desarrollo espectacular en los últimos 20 años, organizando grandes eventos, siendo sede de la Escuela del Tour Europeo, y participando activamente en numerosas iniciativas para promover, en momentos complejos, una potente industria.

Quizá por eso no se reconozca del todo este esfuerzo. Se da por hecho que España es un valor seguro y se opta por otras opciones con más recorrido. El impulso del golf en España se hubiera fortalecido todavía más con una Ryder Cup, cuyo impacto económico se estima en más de 100 millones de euros. Habrá que ver los efectos de esta decisión, y si tras esta decepción se modifican las prioridades.

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