Opinión

Tiger Woods, al otro lado del tee

Opinión

Guillermo Salmerón | Jueves 19 de noviembre de 2015
Davis Love III, capitán por segunda vez del equipo americano de la Ryder Cup -ya lo fue en aquella famosa edición del “Milagro de Medinah” en el que los hombres de Chema Olazábal y Severiano Ballesteros completaron aquella histórica remontada en los individuales- ha tomado una dura decisión, quizá la primera y más complicada de su segundo mandato: nombrar a Tiger Woods como uno de los cinco vice capitanes que tendrá a su lado en septiembre de 2016.

La decisión, aunque consensuada con el ex número uno mundial, no ha debido de ser fácil para Love III. Woods sabe mejor que nadie que ya no es el que era y que no lo va a volver a ser nunca más. Su última victoria en un Major fue en 2007 en un PGA Championship que cerró la puerta de su carrera hacia su soñado objetivo de igualar el récord del Oso Dorado de 18 torneos de Grand Slam.






A su situación profesional, complicada hasta el extremo por sus problemas personales, Woods ha debido unir en el camino su degradación física con lesiones importantes en su tendón de Aquiles, rodilla izquierda, hombros, cuello y tres operaciones de espalda que casi han terminado con su carrera.

Woods no volverá a jugar hasta bien entrada la temporada de 2016, un año capital para l golf mundial con Ryder Cup en septiembre y Juegos Olímpicos en el mes de agosto. Da la sensación que él californiano no estará en ninguno de esos dos eventos a no ser que las cosas cambien radicalmente, que empiece a recuperar a marchas forzadas sus sensaciones en el campo, que su cabeza se olvide de su pasado y que su cuerpo mejore tanto de todos sus problemas que sus lesiones parezcan casi un sueño anterior.

La realidad de Tiger hoy por hoy, acompañada también por esa vice capitanía compartida con Jim Furyk, Tom Lehman y Steve Stricker, además de un quinto todavía por designar, es que su carrera de máximo nivel está muy cerca del final. Entre él y Love III han confirmado que Tiger ya no está para jugar una Ryder Cup, sobre todo cuando hay que competir con “chavales” de entre 20 y 25 años que le pegan como cosacos, al 120% de capacidad física y mental, con un juego corto envidiable y con muchísima hambre de victorias.

Da la sensación de que Tiger ya no está para esas batallas y aunque desde su página web asegura que intentará estar en Hezeltine para jugar en el equipo después de clasificarse por sí mismo -sin duda un brindis al sol- la realidad es bien distinta. Woods estará en Hezeltine pero como vice capitán.

La Ryder nunca le ha gustado y en las siete ediciones que ha jugado desde 1997 nunca ha sido un hombre fundamental en el equipo. Habrá que ver ahora qué papel tiene al otro lado del tee pero para casi todos la realidad es que desde ayer miércoles ya miramos a Tiger de otra forma. Desde ese punto de vista de la admiración absoluta y la certeza que el deporte de máximo nivel tiene un precio -también físico- que Tiger está pagando desde hace tiempo y que desde ayer ha tenido ya su certificación casi definitiva.

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