El golf mundial tiene por delante un camino de emoción y de intensidad que ya echaba de menos. Después del Us Open de Chambers Bay se ha confirmado un nuevo orden, ya sin dudas, que va a obligar a poner toda la carne en el asador, una auténtica barbacoa que podremos degustar en los próximos meses.
La victoria de Jordan Spieth le pone toda la salsa disponible. El joven estadounidense ha marcado el territorio y de qué forma, con la victoria en el Masters y en el Us Open, y afianza su número dos del mundo acercándose a Rory McIlroy peligrosamente. La otra cara de la moneda la pone Tiger Woods, el ex número uno del mundo que ha dejado una imagen muy pobre, sin argumentos para defender al que fuera el mejor del mundo durante más de 600 semanas. Da la sensación de que Tiger ha quemado ya todo el carbón que llevaba y este año está siendo el peor de toda su carrera sin ninguna duda.
El relevo está pues en nuevas caras que están demostrando que hay futuro. Jordan Spieth ha peleado contra los elementos, y contra Dustin Johnson, Louis Oosthuizen y Adam Scott, que han empujado en la última ronda. Por su parte, Rory McIlroy, apagado en los últimos meses, ha vuelto a dejar luces y sombras. No comenzó bien pero su final, con 66 golpes, le ha dejado noveno, otro top ten en Majors. El norirlandés parecía que no tenía rivales hace un año, y ahora ha surgido otro superhéroe y además estadounidense que le obligará a sacar de nuevo su magia.
Y mientras, este Grande se ha disputado en un campo público, más un links estadounidense que uno de esos campos norteamericanos de dibujos animados. Se ha demostrado que ha sido complicado, con una victoria con -5 y ocho jugadores bajo par, y la emoción y el espectáculo no ha bajado en intensidad. Un acierto.
Disputada cuarto y mitad de la temporada, todavía queda mucho que saborear.