Profesionales

¿Algo positivo?

El Hoyo 19

Guillermo Artola | Martes 24 de marzo de 2015
Estamos en una semana en la que cuesta encontrar algo positivo sobre lo que hablar. Puede parecer que el hecho de que el Rey, Don Felipe, haya aceptado la Presidencia de Honor de la candidatura Costa Brava-Barcelona a la organización de la Ryder Cup de 2022 es una buena noticia, y mala no es, pero me temo que es apuntarse a una carrera que está perdida antes de empezar.

Ojalá me equivoque, pero si sumamos al hecho de que España ha sido hasta ahora el único país europeo en acoger una Ryder aparte de las Islas Británicas, que París será sede de la edición de 2018 y que las instituciones europeas que rigen los diferentes deportes están muy sensibles con las aspiraciones independentistas, las posibilidades que le veo, y vuelvo a decir que ojalá me equivoque, son pocas, muy pocas. 






Sin ir más lejos, el presidente del Consejo Superior de Deportes, Miguel Cardenal, ha hecho declaraciones en el sentido de que, o Cataluña deja de intentar utilizar los eventos deportivos como trampolín para exponer sus anhelos independentistas o va a ser muy difícil que se le otorguen organizaciones como la Ryder Cup o los Campeonatos del Mundo de Atletismo. No intento juzgar el tanto por ciento de razón que los partidarios de una Cataluña independiente tienen, y me voy a reservar mi opinión sobre el caso, pero sí que creo que se perjudican a sí mismos con actitudes como las de silbar el Himno Español o politizar cada ocasión pública que tienen. 

En fin, me gustaría que hubiera suerte y viéramos una Ryder jugada en el PGA de Cataluña, un campazo de nivel mundial y con un entorno turístico, hotelero y cultural difícil de igualar. A ver si la visita del Comité de Evaluación de la Ryder Cup 2022 se lleva mejor sensación que la que tenemos mirando desde aquí y la segunda Ryder española se convierte en realidad.

Por otro lado, las noticias llegadas desde Madeira sobre el torneo del Circuito Europeo no han podido ser peores y ha acabado por suspenderse debido al viento y a la lluvia. Los jugadores se habrán vuelto sin pena ni gloria, y encima habiendo tenido que aterrizar en un aeropuerto que da miedo incluso a los que no tenemos problemas con volar, con un viento que seguro que no ayuda y en esa pista construida sobre pilares y que acaba asomándose al Atlántico. Si nunca has volado a Madeira, cuando lo hagas no olvides fijarte en la pista durante la aproximación y ya me cuentas...