Tras la Ryder Cup de Gleneagles la fiesta europea fue bastante moderada. El favoritismo del Viejo Continente era claro en esta cuadragésima edición de un torneo que en los últimos doce años han ganado los europeos en cinco ocasiones.
Paul McGinley ha sido un gran capitán y su equipo ha jugado de maravilla a excepción de un Stepehn Gallacher que fue el único de los jugadores del Viejo Continente que no ganó ninguno de los dos puntos que disputó.
El mejor, sin duda, fue un Rory McIlroy espectacular que abrió la lata en los individuales y que, una vez más, demostró con creces su condición número uno del mundo. Por el contrario en el equipo americano poco que destacar salvo la equivocación de nombrar a Tom Watson como capitán con 70 años. Un error que, seguramente, los americanos no cometerán dentro de dos años en Minesota.