EEUU no puede volver de la escocia británica con un "NO", similar al cosechado por el referéndum independentista. Volver con las manos vacías cuando en lo que va de siglo solo han ganado en una ocasión, 2008 en Valhalla, sería un fracaso en toda regla de difícil defensa ante sus incondicionales que ya apuntan, en esta edición, sobrepasaran con mucho el seguimiento de dos años atrás. Hay ansiedad por conseguir que Europa muerda el polvo en su propio terreno. Tom Watson presenta para Gleneagles una selección de 12 hombres que buscan la redención.
Europa por su parte se sabe favorita y no puede defraudar esa expectativa que le otorgan todas las encuestas basadas en las frías estadísticas que recuerdan cinco victorias europeas por una americana en lo que va de siglo. Y las cada vez más populares casas de apuestas, de uno y otro lado del charco. La Ryder Cup mueve millones de euros en apuestas durante los tres días de competición. Pero ¡ojito con las confianzas¡ ha venido a expresar Paul McGinley con la cabeza muy fría. El equipo europeo busca reeditar el triunfo conseguido hace dos años en Medinah y aunque la misión no se antoja imposible, tampoco apunta a un paseo militar precisamente.
Rory McIlroy llega a la Ryder Cup como número uno del mundo en una temporada en la que ha vuelto a brillar con claridad, sobre todo gracias a sus tres victorias consecutivas en el Open, el Bridgestone y el PGA Championship. Con cuatro Grandes bajo el brazo debe ser uno de los motores del equipo europeo, junto a Ian Poulter y Sergio García. Pero el match play es otra cosa. Cada golpe, cada hoyo cimenta un triunfo o una derrota.
Phil Mickelsonllega a esta Ryder Cup con galones suficientes para tapar la ausencia de Tiger Woods al que nadie echará de menos. Bubba Watson y los elegidos por el capitán para la cita Keegan Bradley, Webb Simpson y Hunter Mahan serán los encargados de intentar poner a los europeos contra las cuerdas. Semana grande para el Golf mundial. "Alea jacta est" (la suerte está echada)