Podria ser una gallina, un gallo o vaya usted a saber que especie habitual en las costas de Liverpool. Lo que está claro es que el ave no sabía muy bien lo que hacía ahí y el riesgo de sufrir un bolazo en cualquier momento del juego.
Lo que si supo fue elegir muy bien a "su compañero de partido", un Rory McIlroy que busca una nueva victoria en un Major y que desde luego parece que está en el mejor camino para conseguirlo.