En el municipio barcelonés de El Brull, Golf Montanyá se asienta en el parque natural de Montseny. Cerca de cumplir los 25 años de vida, su recorrido de 18 hoyos en medio de la naturaleza supone una combinación de belleza y dificultad para el jugador. Un privilegiado reto que el club quiere compartir cada vez con más gente.
La urbanización Montanyá de Seva, tradicional para muchos barceloneses, cuenta en su interior con un Club de Golf que va camino de cumplir los 25 años. Golf Montanyá es un recorrido de 18 hoyos asentado en la naturaleza.
Al llegar, la primera imagen es la impresionante Casa Club, una masía del siglo XIV reconstruída con la mayor fidelidad posible y que se impone entre los greenes del 9 y el 18. En palabras del presidente del Club, Ramón Nogué, Golf Montanyá "es un privilegio que queremos abrir a más gente". Nogué reconoce estar orgulloso de su Club. "Se dice que Dios lo reconstruye todas las noches", asegura ante la belleza del entorno. Sin embargo, bajando a la tierra insiste en que "hay que mantenerlo".
A pesar de sus 750 metros de altitud, el campo recibe bien a los jugadores. "Se está bien", dice Nogué, aunque eso no necesariamente se refleja en los resultados. "Es un campo difícil", reconoce el presidente. A cambio, la belleza ofrece grandes satisfacciones cuando la bola va donde se la dirige.
Con nueve hoyos diseñados por David Thomas, el campo ofrece dos partes bien distintas. La primera es más técnica y corta, con más hoyos entre pinares. La segunda, la de Thomas, es más abierta y donde los pegadores pueden soltar rienda, siempre vigilando el control.
El campo intimida con la salida del 1 y del 10, con agua de por medio, aunque en ambos casos no debería ser un problema. Cada vuelta tiene, para el presidente, un hoyo clave. En los nueve primeros es el 7, un par 4de 370 metros desde amarillas, con dog leg a la izquierda y fuera de límites a la derecha. En la segunda, el hoyo 13, con la salida más complicada del recorrido. Estrecha, con agua a la izquierda y fuera de límites a la derecha obliga al jugador a centrarse.
Y eso que el hándicap 1 es el 12, cuesta arriba, par 4 de 390 metros desde amarillas y con un ligero dog leg a la izquierda. Tras la prueba del 13, un par 3 largo también con agua muy interesante, y después el 15, un par 5 con el green bien resguardado con una muy entretenida entrada a green. Para acabar, el hoyo 18 supone un regreso a Casa Club de primera magnitud, con la antigua masía de espectador de lujo.
De la primera vuelta destaca, junto al 7, el hoyo 5, un par 5 de 470 metros desde amarillas con agua a la derecha y una entrada a green que también obliga a la estrategia.
Un privilegio natural que hace disfrutar también con el golf.