Hace un año Jiménez estaba en su casa de Málaga recuperandose todavía de la rotura de la meserta tibial de su pierna derecha que se había producido el pasado mes de diciembre esquiando en la estación garanadina de Sierra Nevada. "No volveré a esquiar mientras siga siendo profesional de golf" dijo luego. Y ha cumplido su promesa. Ahora lo único que le interesa a Miguel es seguir jugando al máximo nivel, tomando parte en los mejores torneos del mundo y seguir soñando con ganar una cita como el Masters.
Desde 1995, el primer año que jugó el Masters, Miguel ha fallado tres cortes y ha estado tres veces en el Top-ten. Ha sido líder en Augusta varias veces, la última este pasado jueves cuando con cuatro bajo par en el hoyo nueve se colocó en lo más alto de una clasificación que seguía mirándole sorprendida por ver como un jugador de 50 años era capaz de luchar al mismo nivel que jugadores de 20, como Jordan Spieth, que sueñan con ganar su primer Major como Jordan Spieth.
Hoy, los dos serán rivales en la lucha por la victoria, en un torneo que no se decidirá hasta el final donde hasta diez jugadores en menos de cuatro golpes intentarán conseguir la famosa Chaqueta Verde y suceder al australiano Adam Scott que tampoco ha dicho adiós a las opciones de ganar y repetir título.
Hoy Miguel tendrá a todo el golf español mirando el Masters y preguntándose si el malagueño será capaz de seguir luchando hasta el último momento por conseguir la Chaqueta Verde. En el TPC de Sugarloaf, en Duluth, Georgia se están frotando las manos sólo de pensar que el ganador del Masters podría jugar en su campo en su estreno en el Champions Tour y es que el malagueño jugará la semana que viene el Greater Gwinnett Championship preparándose para jugar el Open Senior Championship, los dos únicos torneos previstos por el malagueño para jugar este año en esa categoría que ya le corresponde por edad.
Sin embargo, lo que quiere Jiménez es jugar la Ryder Cup de Glerneagles y para ello tiene que jugar muchos torneos en Europa, ganar alguno y sumar todo el dinero y los puntos que pueda para estar en ese grupo de 12 jugadoras que intentarán mantener la Copa que los hombres de José María Oalzábal se trajeron intacta de Medinah en spetiembre de 2012.
Pero esta tarde Miguel tiene una cita con la historia y, quien sabe, si para recordarla para siempre. Está a dos golpes de la cabeza y de sumarse a la lista de Severiano Ballesteros y José María Olazábal. Si fuera por méritos la Chaqueta ya tendría que ser suya pero tiene que jugar los últimos 18 hoyos del torneo. Con una vuelta como la de ayer nos conformamos pero la procesión la llevará por dentro aunque como dice, "le encanta sentir ese hormigueo por el estómago que es lo que le hace seguir jugando al golf. Ojalá que ese hormigueo siga hasta el final.