Estaba feliz como unas castañuelas aunque Alejandro, un tipo serio, tranquilo y poco aficionado a demostrar sus sentimientos hacia el exterior, se encontró con que su bola reposaba en una chuleta que la tapaba por completo en su penúltimo golpe antes de terminar. Tenía la victoria a mano pero necesitó tres approachs y un putt para conseguir un triunfo soñado que no se deslució en absoluto a pesar de la mala suerte sino que, muy al contrario, se cerró con una anécdota curiosa gracias a los siete golpes que el malagueño llevaba de ventaja a su más inmediato seguidor antes de terminar el 18.
Cañizares cumple, por fin, un sueño que no era otro que el de volver a ganar y el de creerse que podía hacerlo. No hace mucho decía, cuando terminó quinto en el Qatar Masters de esta temporada, "que había cambiado muchas cosas pero una importante la de creerse que podía ganar en cualquier torneo que jugara. Este año había disputado seis campeonatos en el Tour Europeo y en casi todas las citas había jugado bien. En Qatar terminó quinto y en Sudáfrica sexto. Sólo le había fatado confirmar el buen juego en las últimas rondas. Algo que si ha hecho en una semana donde va a subir posiciones, seguro, en el Ranking Mundial, donde hasta esta semana era el 141º y en la Race to Dubai, en donde ocupaba el puesto quincoagésimo primero.
Es que Alejandro Cañizares tiene madera de campeón y sino que se lo pregunten a su padre, José María Cañizares, todo un campeón del mundo por equipos (1982 y 1994) e individual (1994) y participante de la Ryder Cup en dos ocasiones (1981, 83, 85 y 89) del que ha aprendido muchas de las cosas que desde hace muchos años nos enseña también allá donde juega.
Pero el camino de Cañizares hasta llegar donde ha llegado no ha sido fácil. Además de llevar un apellido tan ilustre en el mundo del golf, Alejandro "emigró" a Estados Unidos para formarse y mejorar como jugador. Allí, en la prestigiosa Arizona State University, fue campeón universitario de la NCAA en el año 2003 formando parte de los equipos All American (los mejores universitaros de Estados Unidos) en cuatro ocasiones.
Después regresó a Europa para cumplir su sueño de estar en el Tour Europeo entrando en la Escuela, sacándose la tarjeta y ganando en 2006 hasta ahora su único título, el Imperial Collection Russian Open, con 22 bajo par y reciebiendo un gran cheque de 130.000 euros. Desde entonces han pasado ocho años en los que Alejandro ha mejorado mucho, ha evolucionado como persona y jugador y seguro que a partir de ahora, tras esta segunda victoria, lo veremos muchas más veces en lo alto de la clasificación.
Ahora se abren nuevas puertas para él, quizá las de la Ryder Cup también, aunque eso sea soñar con demasiadas perspectivas aunque ahora mismo él es el dueño de su futuro. Ojalá que no tengamos que esperar otros ocho años para volver a verle ganar. De eso se encargará él, seguro.