Hay que reconocer que a final de año, una de las mejores cosas que hay es hacer balance, y realmente, volver la mirada atrás y ver todo lo que ha pasado es muy gratificante. El trabajo rutinario de cada día no te da tiempo a ver todo el panorama, y en Navidad se puede contemplar con más calma toda la trayectoria de un año. Es como ir llenando la hucha y al cabo del tiempo ver que hay un montón de riqueza.
En 2013 la hucha del golf se ha llenado de monedas más de lo que parece. Ha sido un año con numerosos triunfos españoles, hasta 17, contando el Seve Trophy y el Royal Trophy, con Chema Olazábal de capitán. Y por eso es muy difícil quedarse exclusivamente con una moneda. Entre toda ellas hay algunas muy brillantes, como el Premio Príncipe de Asturias de los deportes a Chema Olazábal, o las vitorias de Gonzalo Fernández Castaño en el BMW, la de Miguel Ángel Jiménez en Hong Kong, o la entrada en el top ten mundial de Sergio García. La verdad es que cualquiera de estas hazañas es un tesoro.
Pero me quedo definitivamente con la Solheim Cup, una edición histórica en Colorado que por primera vez ha visto cómo Europa vencía a Estados Unidos en su propia casa y con una puntuación también histórica, 10-18. Pero sobre todo llama la atención y para mí es lo más importante del año porque el equipo europeo contaba con la participación de tres españolas, clasificadas por sus propios méritos, y que además han sido decisivas.
Carlota Ciganda, Beatriz Recari y Azahara Muñoz han demostrado la importancia del golf femenino español y su gran nivel en el mundo. La victoria en Colorado ha sido definitiva para esa llamada de atención que necesita nuestro golf femenino, y creo que a partir de ahora será más importante todavía. Por eso, de todo lo bueno de este 2013 la victoria europea de la Solheim es clave. Fue en agosto, parece que ya está muy lejos, pero al hacer balance se recogen los beneficios, y uno se da cuenta de que este año nos ha dejado una joya que dará mucho juego.