Opinión

Los hombres son de Marte y las mujeres de Venus

Opinión

Valentín Requena | Jueves 17 de octubre de 2013
Es el título de la obra que está representando de forma magistral mi amigo Sinacio. La obra, envuelta en un humor extraordinario, resalta el comportamiento de los componentes de la pareja, y los que la hemos visto coincidímos en que son verdades como puños. Hora y media desternillante que recomiendo a tod@s si quieren divertirse de lo lindo y pensar un poquito. Después de ver "Los hombres son de Marte y las mujeres de Venus", me vino a la mente que el comportamiento de ellos y de ellas en el golf tiene que ver mucho con la representación de Jose.

De entrada la apariencia antes de dar en el primer golpe en el tee del uno. Ellas perfectamente conjuntadas desde la gorra, visera o cinta del pelo con la falda, pantalones, polo o cortavientos, todo en perfecto estado de revista. No van a jugar de cualquier forma y esto repercutiría en el swing, eso para empezar. Desentonaría notablemente del resto de amigas o compañeras de juego.

Ellos llegan corriendo después de haberse cambiado en el vestuario. Llegan con la ropa arrugada, calcetines uno de cada color y no hablemos de la conjunción de los diferentes elementos de la ropa, algo realmente lamentable. Algunos llevan la corbata de lado después de haberse olvidado quitársela. He aquí la primera diferencia antes de haber pinchado la primera bola.

La puesta en escena es diametralmente opuesta de unos a otras. Ya una vez inmersos en el partido, ellos van a ver quien la manda más lejos. Sacarla prácticamente de España. La mayor parte de las veces la bola se marcha a territorios anexos al propio campo. Ellas, sin embargo, su único planteamiento es dejarla en la calle, cuanto más en el centro mejor. Lógicamente, aunque salen unos metros por delante, desde rojas, están en el mismo punto que ellos después de haber dropado y con un golpe menos.

El resultado es que llegamos al green prácticamente con los mismos impactos, o casi siempre ellas con uno menos. Esto hace que para el siguiente hoyo, ellos intenten darle más fuerte para que no se repita el resultado anterior. Se va a enterar esta - murmuran por dentro. Este resultado no se vuelve a repetir -rumia él para sus adentros - ggrrr.  Pero indefectiblemente, en el siguiente, ella va por delante, eso sí, más tranquila, conociendo la situación y para no hacer más sangre, alaba el golpe de su contrincante aunque se haya ido fuera de límites.

Pero claro ellas también tienen lo suyo. Un arreglapiques muchas veces es como si se tratara de un aparato de tortura o un elemento para sujetar el pelo. Confieso que en contadísimas ocasiones he visto a alguna de ellas tratar de reparar un desperfecto en el green. Ya de los bunkers ni hablamos. Son territorios como si fueran arenas movedizas. Cualquiera se mete ahí dentro, y si pasa algo. Igual te puedes hundir. ¿Rastrillo? Ese palo no se jugarlo, no viene en la bolsa tan mona que llevo.

Pero que no se me vengan ellos arriba. Pasar el pie por encima de las huellas no es suficiente: hay que coger el rastrillo y procurar dejarlo lo más llano posible. Necesitaría muchos folios para seguir detallando las grandes diferencias de comportamiento en el golf de ellas y ellos. Si en la vida normal somos como la noche y el día, en nuestro juego preferido es exactamente igual. Pero bueno no por ellos vamos a dejar de jugar con ellas, que aunque distintas, son encantadoras. Bueno, no siempre, me diría otro, pero lo que sí es evidente es que ellos vienen de Marte y ellas de Venus. Como vamos a ser iguales si venimos de planetas distintos y tan distantes. Mientras tanto sigo meditando profundamente de la obra de Sinacio en el Fígaro.

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