Sin embargo, las americanas parecían no estar enganchadas al torneo casi desde el principio. Ya el primer día perdieron por 3 a 1 en la jornada inicial de Foursomes y desde ese momento se vieron impotentes ante la mezcla perfecta de experiencia y juventud de un equipo europeo que sólo se dedicaba a jugar.
Esta vez las Pressel, Creamer o Wie no han han aportado mucho al equipo -fama y marketing- pero poco juego. Ver a Wie tirarse por el suelo cada vez que pateaba y fallaba sus golpes a pesar de haber ganado dos partidos hace pensar si su elección fue positiva.
En los individuales era casi imposible que las americanas lograran algo positivo viendo como habían jugado durante el viernes y el sábado y no porque no lo estuvieran haciendo mal sino porque las europeas estuvieron excepcionales.
Hablar de previsiones, de creencias y de posibilidades antes del torneo era fácil. Decir que las americanas iba a arrasar se ha oído, quizá no en Europa pero si en Estados Unidos y ahora se vuelve a demostrar que en el golf no puede haber pronósticos.
Europa ha ganado sin Laura Davies, con tres españolas que han estado brillantes y con una Charley Hull que ha subido muchos escalones en su carrera en apenas tres días. Con 17 años se ha convertido en la referencia de este torneo y junto con Caroline Hedwall, que ha batido el récord de victorias en una misma edición con cinco. Con ellas y con el resto del equipo Europa ha hecho historia logrando esa victoria que nunca se había conseguido en suelo americano.
En dos años, el Alemania, una nueva revancha esta vez con cuatro años seguidos con la Solheim en tierras europeas.