Rory McIlroy no carbura aunque él siga intentando convencernos de que las cosas de su juego y de su swing van mucho mejor. Su temporada está siendo para olvidar después de un año, el de 2012, que le colocó en la cima del golf mundial. Hoy, tras más de media temporada recorrida, con tres Majors jugados y el último a la mitad, el norirlandés parece que ha perdido su magia. Tras los primeros 36 hoyos en Oak Hill está a 9 golpes de la cabeza.
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Por no decir imposible. Y es que el defensor del título el año pasado atraviesa por un momento de forma que poco tienen que ver con el McIlroy de hace 365 días.
Tras su firma por Nike, allá por el mes de diciembre, el ex número uno del mundo ha perdido casi toda su credibilidad en los campos de golf. Su juego nada tiene que ver con el del año pasado y sus continuos intentos por convencer a su entorno de que está en el buen camino empiezan a sonar a musica repetida. Los resultados no llegan y ni siquiera en los grandes torneos McIlroy está comodo.
esta semana en los dos días que se llevan de torneo, el número 3 del mundo está al par del campo después de haber firmado 10 birdies, 8 bogeys y un doble bogey. Un muy pobre balance apara alguién que aspira a defenedr título en un torneo como el US PGA Championship, aunque da la sensación que el joven McIlroy se da, de momento, por satisfecho tras haber superado un corte del que se ha quedado a sólo tres golpes.
Ahora tendrá dos días para mejorar y quizá maquillar el resultado. Mucho tendrá que hacerlo para subir posiciones y luchar ta no por la victoria pero quizá si para estar entre los diez primeros. Si no lo hace parece que hasta esa tercera plaza mundial corre peligro.