Guillermo Salmerón | Martes 24 de julio de 2012
Está claro que es cuestión de tiempo. Antes o después de que termine este 2012 en el que Luke Donald ha conseguido ser número uno del mundo durante más de 40 semanas consecutivas Tiger Woods volverá a ser número uno mundial. Ahora si, Tiger está en el camino de volver a cumplir su sueño y de reinventarse por segunda vez.
Muchos dirán el ya famoso "Os lo dije", pero esa afirmación es válida sólo ahora. Ni una semana antes ni un mes antes. Durante estos dos años de camino y travesia por el desierto Tiger Woods sabía que podría volver a conseguirlo, pero desde luego le iba a costar mucho y no lo iba a conseguir tan pronto como muchos vaticinaban.
El ex número uno sabía que iba a tener críticas, sabía también que tenía que cambiar su forma de ser, que iba a perder a casi todos sus patrocinadores, por supuesto a su mujer, su status de vida y su imagen ganada durante casi dos años. Pero Tiger era el único que sabía que al final podía llegar de nuevo su hora.
Esa en la que muy pocos creían. La misma que le volvería a situar entre los más grandes a pesar de haber cambiado radicalmente su vida. De haber perdido a su familia, de cambiar de caddie -el mismo con el que había ganado casi todos sus grandes torneos-, su entrenador, sus referencias e incluso sus amigos. En algún momento Tiger llegó a perder hasta el respeto y la consideración de muchos aficionados que ni siquieran le aplaudían a su paso por el tee o el green.
Ahora esos mismos, le aplauden, le vuelven a seguir, vuelven a contrarle como reclamo publicitario, le pagan inmensas cantidades de dinero para que participe en sus eventos y le idolatran como le idolatraban cuando era el mejor.
Sin embargo, parece que Tiger no le da importancia a nada de eso y que sabe que su camino seguirá en soledad. Sus amigos volverán cuando retorne al número uno, que da la sensación que está muy cerca. Quizá en septiembre, tras la disputa del US PGA, Tiger vuelva a su lugar natural, ese que perdió por causas muy ajenas al deporte.