Javi Jiménez | Lunes 07 de noviembre de 2011
Cuando hace ya casi ocho años comencé con el arriesgado proyecto de poner en marcha un periódico digital que informara a diario de cuanto acontecía en el golf, reconozco que sentí mucho vértigo. Sobre todo al darme cuenta que me metía en un mundo reservado a las publicaciones en papel y que hasta entonces, nadie había afrontado la aventura de hablar de golf a diario.
Afortunadamente, pocas fechas después veía la luz Elperiodigolf.com, que además llegaba avalado por el grupo Madridiario -que por aquel entonces contaba con un par de años de experiencia- y por su editor Constantino Mediavilla, un peso pesado del periodismo, que había puesto en manos del desaparecido Pablo Villaamil la dirección del proyecto. Que quieren que les diga, el vértigo aumentaba. Ya no estábamos solos, pero nos enfrentábamos a lo que ya apuntaba maneras de convertirse en lo que es hoy: un grupo editorial de gran calado. Teníamos competencia.
Les cuento todo esto para ilustrar un pasado no muy lejano, que se ha prolongado durante 2.500 días y del que me siento muy orgulloso por el presente que nos ha dejado. Por un lado, tanto ellos como nosotros -el nombre de la cabecera de dirijo no importa ahora, hoy solo elperiodigolf debe estar presente en el capitulo de citas- hemos llegado hasta aquí. En este tiempo la competencia se ha convertido en una sana convivencia de la que hemos sabido beneficiarnos ambas partes siguiendo caminos paralelos y con un objetivo común, que la información que ustedes leen cada día en las páginas virtuales de Elperiodigolf sea veraz, sin estridencias y sin caer en ese periodismo casi, casi, tuitero que tanto se lleva en nuestros días y donde solo importa decirlo primero aunque no sea del todo verdad.
Y acabo -me disculparan el tocho pero es que los periodistas somos así, nos dan una hoja en blanco y no paramos hasta llenarla- felicitando primero como profesional, a todos los que forman Elperiodigolf por llegar hasta aquí. Muchos son los que se han quedado por el camino, pero el trabajo bien hecho se recompensa. Como lector, gracias por el esfuerzo, la dedicación y el rigor.