Ni la Ryder Cup, el tercer evento deportivo más importante, -tras los Juegos Olímpicos y el Mundial de Fútbol- visto en más de 400 millones de hogares en todo el mundo en su última edición, pone de acuerdo a los defensores -ellos creen que son los únicos- del medioambiente, la sostenibilidad y la naturaleza, con el deporte de los 18 hoyos.
El error de los aficionados al golf -más de 330.000 en España-, parece que es amar y respetar, -como mínimo, igual que ellos- la naturaleza que alberga los campos y recorridos en los que jugamos, más de 400 en nuestro país, 20.000 en Estados Unidos, 18.000 en toda Europa y miles en el mundo. Estos ecologistas extremos se niegan a creer que en realidad, el golf es uno de los deportes que más contacto y mimo tiene con la naturaleza que le rodea.
Hace mucho tiempo que no veo a estos defensores de lo natural en las grandes ciudades protestando por la construcción de rascacielos, carreteras, nuevas plazas, aparcamientos subterráneos, rotondas, campos de fútbol, estadios de atletismo, polideportivos, piscinas, naves industriales, circuitos de velocidad, mega centros comerciales… ¿Dónde están los ecologistas, los defensores a ultranza del medioambiente, los adalides del agua reciclada y todos aquellos que creen que aquí cada uno hace lo que quiere cuando se construyen y se levantan esas moles de hormigón tan medioambientalmente sostenibles?
Para ellos, todo está en peligro de extinción. Desde un gusano hasta una flor. Cualquier excusa es buena para defender sus propios intereses que, seguro, también los tienen. En este caso, sus “herramientas” en Tres Cantos son el buitre negro y el águila imperial y la frase de “la Ryder si, pero no en mi pueblo” les etiqueta enseguida.
Quizá, además del buitre y el águila, que seguirán volando, afortunadamente, por los cielos de esta ciudad durante decenas de años, haya que pensar en todos y cada uno los habitantes de Tres Cantos que, además de Parque Tecnológico, grandes edificios de apartamentos y gigantescas sedes de televisiones, podrían tener también uno de los mejores campos de golf del mundo.
Un recorrido que podrá ser visitado, si hay suerte y gana la candidatura española - aunque les pese- por miles de aficionados que se gastarán el dinero en su ciudad, que se alojarán en sus hoteles, que desayunarán, comerán, merendarán y cenarán en sus restaurantes y bares, que jugarán en su campo de golf y que se dejarán cada día miles de euros en una localidad que se convertirá en una ciudad conocida en todo el mundo por haber sido sede de la Ryder Cup de 2018 y que, gracias a ello, también mejorará en todos sus sentidos, sobre todo por los 500 millones de euros que generará en los próximos años.
En su manifestación del domingo, los anti Ryder en Tres Cantos –ya digo que a ellos la Ryder se las trae al pairo- portaban en una de sus pancartas el lema: “Menos Golf más Conservación”. Pues eso, que Dios, o quien sea, les conserve la vista porque hay que estar medio ciego para no darse cuenta de lo que puede significar un torneo como este para una localidad como Tres Cantos.