Y en esa Ryder hubo muchas cosas que nos quedarán en la memoria. Quizá por empezar por algún lado habría que hablar de un Colin Montgomerie que fue un gran capitán. El escocés trabajó durante dos años como un auténtico jabato, creyendo en sus posibilidades y soñando con una victoria que, al final, consiguió. Acertó en casi todos los aspectos e incluso en el último momento, cuando tuvo que confirmar sus elecciones personales dio en el clavo. Además, le hizo un regalo a Sergio García y se lo trajo a Celtic Manor para que pudiera disfrutar con el equipo europeo de una victoria que será histórica.
Por su parte Pavin, su rival en esa semana pasada por agua, luchó también como un caballero y llevó a su equipo al borde de la victoria. Lo tenía casi imposible pero también lo hizo bien. El premio final no fue para él y los suyos el triunfo pero se quedaron a un approach de conseguirlo. Afortunadamente un grandioso Graeme McDowell estaba en su sitio para darle a Europa la gloria y a él un año que no olvidará nunca.
Pero además de McDowell, que fue uno de los protagonistas del torneo, la lluvia se convirtió sin quererlo en el eje central de un campeonato que todo el mundo deseaba que llegara.
La Ryder se ha convertido en estos últimos años en la mejor cita de golf del mundo y aunque la lluvia casi lo estropeó, el torneo, que tuvo que terminar por primera vez en su historia el lunes, fue un éxito deportivo. Sin embargo, organizativamente no lo fue tanto. La idea de jugarlo en octubre y, además con el mal tiempo que hizo, consiguió deslucirlo en exceso. Pero a pesar de todo, los miles de espectadores en el campo disfrutaron al máximo y los millones de ellos que lo vieron a través de la televisión constataron que la Ryder se ha convertido, tras los Juegos Olímpicos y los Mundiales de Fútbol, en el tercer evento deportivo más visto de la televisión.
Dentro de dos años, en Estados Unidos, parece que las fechas se adelantarán y que incluso se jugará a cuatro jornadas. Cambios que servirán para que el torneo siga mejorando, creciendo y aumentando un interés que en España siempre ha sido muy alto.
Este año la gran estrella de nuestro golf en la Ryder fue el malagueño Miguel Ángel Jiménez. El de Churriana tuvo que ganar tres torneos para poder estar en la Ryder y ser el único español en conseguirlo. No lo tuvo fácil. Tuvo que ir a la última cita de la temporada para ganarse su puesto y estar con los 12 que, al final, lograron el objetivo de la victoria. Con él estuvieron como asistentes de Montgomerie Sergio García, que no quería perderse la cita, y José María Olazábal, que ya hacía prácticas de cara a su nombramiento para 2012. Los tres pusieron su granito de arena para conseguir la victoria y para seguir haciendo este torneo cada vez más grande.
Con ellos los Ian Poulter, Graeme McDowell, que estuvo inmenso, los dos hermanos Molinari, el alemán Martin Kaymer, el número uno mundial y claro, también Tiger Woods, que siguió siendo el centro y eje de un golf mundial que ya está esperando a que comience el 2011 para ver y constatar que el ex número uno del mundo quiere volver a ser el que fue. Ya veremos si lo consigue. Eso es otra historia.