Cuando anuncié mi marca y número de bola, puso una cara como diciendo y “a mí que me importa”. No habían pasado tres hoyos cuando en la salida del 4, me fui a la derecha , a lo que socarronamente dijo , no la vas a encontrar, a lo que respondí: Gracias, jugaré una bola provisional, afortunadamente encontré la bola original.
Ya no paró hasta el green del 18. Si fallaba un golpe, él tenía la solución: “has levantado la cabeza, o te has movido, o has pasado el cuerpo”. Se pasó todo el partido comentando los golpes, incluso las suyos. Siempre tenía una excusa para todo… que si ayer me salía todo bien, que si los greens están demasiado rápidos, y comentando todos los golpes de los demás.
Aún recuerdo un segundo golpe en un par 5, que tras impactar la bola, comentó: buen golpe. Yo grité para mis adentros : ¡La madre que lo parió, pero si va derechita al lago. Luego lo intentó arreglar con un :”lástima”.
Solamente paró un instante cuando en la salida del seis, como no callaba, me aparté de la bola y le lancé una mirada, de pistolero del far west, que creo que entendió, por lo menos durante la salida de los dos hoyos siguientes.
A todos los Luismis de España, un ruego: En golf hay momentos para todo, para pasear, para comentar, pero evitad en lo posible lo de aconsejar, ya que incluso podemos infringir la regla 8 (Consejo), y saber diferenciar cuando un diálogo puede ser molesto o no.
Un gran amigo mío dice que el golf es un 20 % de técnica y un 80 % de mentalidad. Bastantes problemas tengo yo con mantenerme psicológicamente entero, para que venga Luismi y me destroce la moral.
Por cierto, ahora somos grandes amigos, ha mejorado mucho, pero si no me toca jugar con él, mejor, todavía quedan posos.