Antes del día de Acción de Gracias de 2009 la vida de Tiger Woods era, a los ojos de los demás, absolutamente perfecta. Después, a eso de las dos de la madrugada, y tras un leve accidente de coche, los acontecimientos dieron un vuelco a la vida de la estrella más rutilante de la historia del deporte mundial. Tiger Woods ya no es el que todos pensamos que era.
Pero ni es mejor ni peor que antes. Simplemente, diferente. Tras el accidente de coche del que, afortunadamente, salió ileso, Tiger ha vivido una auténtica pesadilla. Un mal sueño que parece que empezó un par de días antes cuando su manager le comentó que un periódico de tirada nacional iba a publicar la historia de algunas de sus infidelidades. Woods tuvo que hablar con Elin Nordegren, su actual esposa -por el momento- y desde entonces todo ha dado un giro de 180 grados.
Esta historia de faldas y amoríos descontrolados, de sexo, de engaños y quién sabe si de algún problema que deba de ser tratado por un especialista, ha acabado con el mito de Tiger Woods. Desde esa noche de Acción de Gracias, la vida de Woods ya no se parece, ni por el forro, a la que todos pensábamos que tenía: una familia unida, una mujer preciosa loca por sus huesos y dos hijos que vivían en harmonía una vida sin problemas.
La realidad parece bien distinta. Elin trabaja con sus abogados todo lo que puede para sacar a Woods la máxima cantidad de dinero -se habla de entre 200 y 400 millones de dólares-, Woods sigue recluido y nadie sabe cuándo volverá a jugar, algunos de sus patrocinadores le han dejado y otros prefieren seguir con él. Ya lo dice el refrán: “más vale malo conocido que bueno por conocer”.
En este 2009 que termina comenzó el calvario de Woods y esperemos que en 2010 se dé la vuelta la tortilla, solucione sus problemas y vuelva a los campos cuanto antes. El récord de Nicklaus espera.