La localidad burgalesa de Lerma triunfó hace ya casi 18 años con la construcción del campo de golf y su vinculación directa con la gastronomía especializada en el lechazo. Ahora ha llegado el momento de volver a apoyarse en el golf. La ecuación engloba dos campos de golf y un parador nacional.
Despertar en Lerma, por Valentín Requena
El Parador de Lerma se ha tomado en serio el golf. La llegada de Saldaña, que desde hace un año se une a la oferta de Lerma, ha sido definitiva para aprovechar las ventajas de un paquete que engloba naturaleza, arte, descanso y deporte. En una vuelta de tuerca más, los campos de Lerma y Saldaña no han querido desaprovechar la oferta turística y cultural de la zona.
El Parador es la punta de lanza de este nuevo regalo para el turista. Un edificio del siglo XVII a 30 kilómetros de Burgos culmina un atractivo conjunto medieval. Restaurado para ser Parador Nacional a principios de este siglo, cuenta con 70 habitaciones y amplios salones, así como un restaurante donde no podía faltar el horno de leña. Es el “campamento base” ideal para el jugador de golf que puede combinar el campo de Lerma con el de Saldaña, dos estilos diferentes que se complementan.
El campo de Lerma, sobradamente conocido, es un recorrido diseñado por Pepe Gancedo en una antigua finca de caza con poderosos paisajes. Sus amplias calles y la necesidad de pelear con el viento y con los árboles supone un reto para todo jugador, por no hablar de los hoyos 9 y 18 y su desafiante lago. Su acierto en la apuesta gastronómica ha sido un signo de éxito reconocido por todos.
En Saldaña, con un año de vida, fue Pepe Gancedo quien realizó el trazado original, y más tarde, Laureano Nomen quien se encargó del diseño final. Se trata de un recorrido muy en contacto con el agua, donde entran en juego hasta 9 lagos y, además, un arroyo discurre por 5 hoyos. Con cinco pares 3 y cinco pares 5, el campo supera los 6.000 metros desde amarillas, y destacan sobre todo los pares 3 por su longitud y su originalidad, como el hoyo 4, con 131 metros, un lago que hay que saltar obligatoriamente y un búnker en el centro del lago para los que no lleguen.
Para seguir con las originalidades, en el hoyo 8 el green cuenta con un búnker en el centro, para obligar a ser precisos. El hoyo 12 es otro par 3 emocionante. 175 metros con agua antes de green. Es preferible pasarse a caer al agua, sobre todo porque detrás del green hay una loma que puede parar la bola.
El plan es interesante y apetitoso. Dos campos de golf complementarios, una localidad medieval con un Parador que ofrece descanso, naturaleza y arte, y una oferta gastronómica para todos los gustos. Lerma vuelve a aliarse con el golf para encontrar el éxito.